Hollywood propagador del germen del
nuevo comunismo 2.0
Contagio (2011) dirigida por Steven Soderbergh se ha
convertido, en el imaginario colectivo, en el texto que predijo los hechos vividos
en la actualidad. La cinta empieza cuando Beth Emhoff regresa a Minnesota de un
viaje de negocios a Hong Kong. A los dos días de su regreso del país fallece. Los
médicos no saben la causa del deceso. Pronto, otras personas empiezan a mostrar
los mismos síntomas y surge una pandemia global. Los médicos intentan contener
al virus letal, pero la sociedad empieza a colapsarse cuando los fanáticos,
por redes sociales, provocan una paranoia colectiva. Otra cinta que se
relaciona con “nuestros tiempos violentos” es Outbreak (1995) dirigida y producida por Wolfgang Petersen y basada
en la novela del mismo nombre de Robin Cook. La cinta está protagonizada por
Dustin Hoffman, Rene Russo y Morgan Freeman, y trata sobre el descubrimiento,
en 1967, de Billy Ford (Morgan Freeman), en Zaire, de un virus llamado
"motaba" con un índice de mortalidad del 100%, en solo veinticuatro
horas. El gobierno de los Estados Unidos, al enterarse, decidirá bombardear el
pueblo para así acabar con la pandemia. Treinta años después, Sam Daniels
(Dustin Hoffman) es enviado a Zaire para investigar la epidemia, supuestamente
extinguida. Al realizar los estudios necesarios insta a su superior, Billy
Ford, a que decrete el estado de alerta, pero Ford sabe que el virus no es
nuevo y que no puede darlo a conocer a la población. Así las decisiones
políticas, los intereses particulares y los secretos de estados se imponen en
el thriller.
Las dos cintas, diferentes en sus argumentos, pero similares
en el motivo desencadenante de sus tramas, se pueden considerada como un simulacro de decisiones gubernamentales, de políticas de salud,
comportamientos que debíamos acatar y el índice de muertes si
sucediera esta “guerra médica global”. Los receptores visuales de este mensaje
apocalíptico, en vez de tomar medidas de lo descrito, se posicionaron en una
actitud de disfrute sádico hacia el sufrimiento, como nos ha enseñado el
cristianismo. ¿Por qué esa actitud si en muchas películas de Hollywood se ha aceptado lo representado como espejo de la realidad? Los diez mandamientos (1956) dirigida por Cecil B. DeMille se asumió
y se sigue asumiendo, hasta la actualidad, como un medio alternativo de lectura
histórica de la biblia y un clásico de proyección televisiva en Semana Santa. The War of the Worlds, el episodio de
radio de la serie dramática "The Mercury Theatre on the Air",
dirigida y narrada por el actor y futuro director de cine Orson Welles, adaptación
de la novela La guerra de los mundos
de Herbert George Wells (1898), causó pánico en su audiencia y demostró el poder
de los medios de comunicación, se emitió en directo como un episodio de
Halloween, a las 9 p.m. un domingo del 30 de octubre de 1938. Estos dos textos
visuales, también extremos, son una muestra de la interpretación pasiva y
activa en la población que reformula su saber y su actuar si se utiliza el
discurso del miedo y del apocalipsis.
En las campañas de elecciones políticas, un texto
también visual, se recurre, mayormente en la actualidad, al discurso del miedo
y de la ira para captar “aficionados”. Este medio condenable, pero común y
aceptable en los jefes de campañas, se ha convertido en la principal arma de los
partidos latinoamericanos para llegar al poder. El politólogo Andrés Valdez de
la Universidad de Bucaramanga conceptualiza al miedo como una perturbación
angustiosa del ánimo por la percepción del individuo sobre un riesgo o daño
real o imaginario, mismo que tiene un efecto en su conducta y sus sentimientos.
Aristóteles, en cambio, definía al miedo como la “espera de un mal.” Alberto
Fujimori, en 1990, le ganó las elecciones al escritor Mario Vargas Llosa con un
discurso del miedo: el nobel propugnaba un “shock” económico como único medio para
estabilizar la economía y Fujimori alarmaba a los votantes, con un comercial gore de discurso apocalíptico que tenía
como mensaje secundario el "no shock" -el primero era satanizar al
escritor y culpar a “la clase alta” de aquel destino que se vivía-, porque si se
ejecutaba tendría como consecuencia el empobrecimiento de la población. Al ser
electo, Fujimori, se da cuenta que es imposible manejar el país sin la
medida económica extrema: no había caja, no había reservas, no había crédito y
no había manera de descender la inflación, causa del gobierno aprista. Así ejecuta,
por medio del ministro de economía Juan Carlos Hurtado Miller, un acto que en
campaña juró no hacer. Hobbes (1987) consideraba que los partidos y los
candidatos están fundados sobre el miedo y que sin este discurso no existiría
la política. Maquiavelo, por su parte, en el siglo XVI, afirmaba que el miedo
es un determinante substancial del comportamiento del ser humano. Ahora si pensamos
que el discurso del miedo es una creación textual moderna nos estamos equivocando:
Marco Tulio Cicerón, consideraba que todo miedo y peligro percibido mantiene un
estado de confusión en los electores, favorable para su manipulación y medio para
alcanzar el poder. En varios pasajes de la biblia también podemos encontrar estos
tipos de discursos y en otros textos proféticos de diferentes culturas
antiguas.
El discurso apocalíptico es consecuencia del discurso
del miedo porque es la visualización de la proyección de este. El cronista Felipe
Guamán Poma de Ayala escribió Primer
nueva corónica y buen gobierno, un documento de 1189 páginas, escrita entre
1600 y 1615, y dedicada al rey Felipe III de España, y fue uno de los primeros en denunciar los malos tratos de los
españoles hacia los pobladores nativos de los andes con posterioridad a la
conquista. Sus dibujos constituyen las representaciones más exactas tanto de la
vida incaica como la sociedad colonial peruana. Lo interesante del texto es que
el sujeto subalterno, no ficcional, utiliza el discurso del miedo, primero, para
presentar los hechos de violencia que pueden causar un desgobierno en sus
colonias, para luego terminar utilizando el discurso apocalíptico amparado en
la fe divina y el perdón de los pecados. El texto de Guamán busca “reparar los
actos” que se han ido cometiendo durante la conquista y la colonización, y,
para ello, utiliza estos tipos de discursos para producir
empatía en el acumulador del saber y del poder: el rey de España.
Las películas mencionadas, en el primer párrafo, actúan
como el medio de propagación del saber imaginado, diferente en posición al locutario
del texto del Guamán Poma: su lugar de privilegio, superior y manipulador del
mensaje es impartido a los receptores de arriba hacia abajo. De esta manera -aunque
las películas terminen con una solución al virus y triunfe la humanidad- los
films utilizan un discurso del miedo y apocalíptico para generar en el
espectador interés, como Guamán Poma, y causan en ellos no una “reparación de
actos equivocados que comúnmente cometen” sino el disfrute sádico del simulacro
del miedo.
El covid-19: el aire de la no vida
que infecta el pos-imperialismo
La posible invención de la vacuna, las pruebas de verificación
de los infectados, las vestimentas de los sujetos de salud, las precauciones
globales, los saberes para el no contagio, los mensajes visuales y orales utilizando
el WhatsApp, los infectados
rastreados por el google map, los
virales en los muros Facebook, la nulidad de la exposición de influencer consumistas por la causa
global y un sinnúmero de manifestaciones humanas y medios virtuales ha
desarrollado, inconscientemente, un "discurso de la solidaridad global" que nunca
fue considerado, representado o imaginado por el discurso comunista tradicional.
Ni la filosofía del socialismo científico, Karl Marx y Friedrich Engels, ni la propuesta
política nacional e internacional de Mao Tse Tung en China -el 1 de octubre de
1949, declaraba: "Este Gobierno está dispuesto a establecer relaciones diplomáticas
con todo Gobierno extranjero que desee observar los principios de igualdad,
beneficio mutuo y respeto recíproco a la integridad territorial y la soberanía"-
ni el modelo cubano de una democracia popular, con una socialización
(estatización y en ocasiones, cooperativización) de los medios de producción,
como señala Wikipedia y lo construyera Fidel Castro durante su vida, ha podido desarrollar
este acto del convencimiento individual hacia la solidaridad: el comunismo
basado en la confianza en las personas y la ciencia, como lo señala, también, Slavoj
Žižek en sus últimos artículos sobre la pandemia.
El covid-19 no ha desarrollado un
discurso del miedo ni apocalíptico –como lo hizo Hollywood en sus corpus
cinematográfico referido a “la guerra fría”, la guerra contra Irak, el
terrorismo internacional, el narcotráfico o el 11 de septiembre- sino de “reparación”,
no en las escalas de poder sino en la vida misma de cada individuo:
la escasez de alimento, el aire (vida) reinterpretado como el tópico medieval de la muerte no visual; el confinamiento, el
reemplazo de la cristiandad por la racionalidad científica que ha llevado, gracias
a las redes sociales, a la aceptación de una política de la solidaridad convertida
en el estadio superior que no elucubró el socialismo en sus inicios –la tierra,
los medios de producción, la propaganda y el cuerpo. Este tipo de solidaridad
es el nuevo germen comunista que ha minimizado nuestras diferencias
irreconciliables (la política, estratos sociales y la economía), a un segundo
plano, y ha encaminado que desarrollemos una solución inmediata y que ella
responda a la emergencia global –desacatar la idea tiene la implicancia de ser
considerado “tirano o genocida”, no importe su inclinación política, como es el
caso de Donald Trump, Jair Bolsonaro, Andrés Manuel López Obrador o el viceministro
iraní Iraj Harirchi (portador del covid-19) que minimizaron, en su momento, la
pandemia por otorgar la preferencia a mantener estabilizado el sistema
económico de sus países. ¿Qué no generó el comunismo que sí hizo el covid-19?
Pasó de concebir un discurso de miedo a un discurso de la catástrofe latente en
la vida individual que es consecuencia de sus características: un virus “democrático”
(El príncipe Carlos, hijo mayor de la reina Isabel II y heredero al trono
británico, ha sido diagnosticado como portador del covid-19), global (162 países
infestados hasta la fecha que ha sido redactado este artículo) e invisible (el
aire como imaginario del germen del pánico).
Esta epidemia viral posmoderna tendrá
muchas implicancias en nuestro comportamiento, nuestra conducta hacia los demás,
nuestra economía global, regional e individual; en nuestro modo de vivir y las
políticas que vamos a elegir ahora en adelante (imagino que el tema de la seguridad
quedará en segundo plano). El tema disciplinario no se basará en la vigilancia (como
lo planteaba Foucault) sino en disciplinar nuestra propia conducta y
autoexplotación –una tesis muy bien desarrollada por filosofo surcoreano Byung
Chul-Han. Finalmente daremos el paso de considerar la realidad virtual no como
un ocio sino la extensión de una de las formas de comunicarnos, de enamorarnos
(la idea de cibernovio se replanteará
como una nueva posibilidad afectiva), de experimentar nuestra sexualidad, de
entretenernos y que sea la educación por medios de apps cada vez más sofisticadas.
El covid-19, también, ha perturbado el funcionamiento
normal del mercado imperialista y este, en respuesta del desequilibrio, ha
vuelto a usar el tradicional discurso del miedo, que ya no cala en población,
pero, contrariamente a lo que ellos esperaban, ha empezado a visibiliza el accionar
maquiavélico que han tenido las empresas para mantenerse en el sistema económico
de un país –el presidente Vizcarra, por ejemplo, ha decretado el retiro del 25%
del aporte del ciudadano a las diversas AFP. El Perú se convierte, de esta
manera, en el primer país en Latinoamérica en tomar esta medida que es
considerada, por la población en general, como un gran acierto y era considerada, por muchas organizaciones progresistas, como punto importante para la lucha política. Estos actos que se generan desde
la población vulnerables hasta el poder coyuntural denota una lectura importante
que se necesita hacer urgentemente: una reorganización global que tenga como
agenda, primero, una salud pública democrática, el respeto a nuestro medio
ambiente y una economía “solidaria” de característica global. Ante lo afirmado
no propongo un nuevo renacer de las ideas comunistas ni mucho menos voltear la
mirada hacia un comunismo arcaico, planteo una nueva interpretación de las
ideas comunistas que han sido acatadas por la población mundial sin el
sometimiento o la construcción de un imaginario que nos tenía acostumbrados estos
países tiranos. Así el bien común superará las ideas filosóficas y políticas
que por décadas se fueron distanciando de la concretización de soluciones en
los sectores menos favorecidos para privilegiar “el púlpito” como sinónimo de
legitimidad, verdad e imposición. El accionar del “bien común” o “la solidaridad
global” no descansará, ahora, en la occidental tradición de la filosofía y la
política sino en resoluciones inmediatas que otorga la ciencia y la tecnología.
Esperemos los tiempos venideros para reescribir nuestra experiencia vital.
Josué Barrón (PUCP). Escritor, educador y comunicador cultural. Es colaborador de varios medios informativos locales e internacionales. Ha sido ganador del Premio de Literatura del gobierno regional de Lima, mención cuento (2014), y Premio Centenario PUCP, mención poesía (2017).

Esta pandemia nos dara un antes,la historia de la humanidad está marcada por este suceso y aún no sabemos si sobreviviremos, el futuro es incierto, sólo tenemos el presente algo que no estábamos acostumbrados a apreciar. Buena publicación
ResponderEliminarGracias por la lectura.
ResponderEliminarMuy buen y actualizado análisis que de alguna forma trata de dar un enfoque distinto acerca del comportamiento social en esta pandemia, sin embargo la idea de entender a la "solidaridad como germen..." es, me parece, algo atrevida ya que si se disgrega un poco esta palabra "solidaridad" lo que se está haciendo inconscientemente al practicarla, es de superponer una supervivencia grupal a la individual (al ser solidario con otro ser, le ayudo, como consecuencia, a su superviviencia) y por ende se puede entender que ha sido una constante en nosotros como especie. El egoísmo individual se transforma luego en un egoismo trival, racial y luego como especie, lo que conllevó a que pueda seguir superviviendo como tal; al menos así lo plantea Richard Dawkins en su "el gen egoísta". Entonces esta solidaridad como una cuestión innata del ser humano, la traeríamos ya dentro de nosotros, en consecuencia, no tendría por que ser un germen para una nueva interpretación del comunismo o algo parecido ya que, como dogma, sabemos, este tiene sus propias interpretaciones acerca de la realidad en función de leyes económicas surgidas a partir de la influencia del pensamiento teleológico imperante. Ahora bien, alejados de visiones economicistas y/o otro tipos de reduccionismos de la vida en sociedad, lo que pone en claro esta pandemia es que nos invita a estudiar el miedo individual, familiar, social y mundial, a que nos estamos enfrentando como especie, y si estamos a la altura de vencer las futuras pandemias en donde, es casi un hecho, si es que no mejoramos nuestras relaciones sociales en función del bien común, la histeria social y el caos serian más comunes.
ResponderEliminarGracias por leerme y sería un gusto conversar con ustedes por medio de virtual. Te felicito por las ideas que se sumaron a mi texto.
EliminarJosúe, lo felicito por el artículo, mantiene una posición optimista donde autoridades políticas, económicas y académicas mundiales convergen por el bien supremo de la especie humana, permitame tener una lectura distinta y algo pesimista de lo que esta ocurriendo, desde mi día a día no percibo una solidaridad mundial que este marcando el hito de un, antes y un después, por ejemplo; países como Argentina o Chile para evitar el decomiso autoritario de productos o insumos médicos enviaron sus aviones militares a China para traer dicho material. Desde el norte de américa con el coro de sus aliados del Grupo de Lima se intensifica el bloqueo a países del caribe y la inmensa mayoría guarda silencio, ya que; se ha vuelto "normal" inventar excusas para invadir o sabotear países... así diversos ejemplos de antisolidadridad... considero que la pandemia no cambiará mágicamente a los seres humanos, la responsabilidad de convivir sanamente es de notros y no de un virus que nos sorprende sin estar preparados...
ResponderEliminarGracias por leerme y sería un gusto conversar con ustedes por medio de virtual. Te felicito por las ideas que se sumaron a mi texto.
EliminarPercibo el articulo como un llamado a estar atentos a nosotros y a los otros(pertenecientes al entorno socioeconómico, político y psicológico: cuadra, distrito, región país, mundo). Reconociendo que "lo que está afuera", o "él que está afuera" tiene el potencial para liquidarnos así como para brindarnos un mensaje de invitación a la comunión. Por lo menos, hasta lo visto hoy en día se trata de hacer el esfuerzo, aún insuficiente, para que como en los desenlaces cinematográficos, la aldea global se vincule honesta y geopolíticamente para entablar respuestas coordinadas, democráticas y quizás eficaces. Es aquí recién el escenario para sacar las lecciones pertinentes. A estas alturas, podemos registrar las observaciones de "cada mano", sin embargo corremos el riesgo de desenfocarnos y no despertar el inconsciente colectivo que podría inmunizarnos del miedo.
ResponderEliminarEs importante recordar que necesitamos del diferente, del opuesto. La derecha necesita de la izquierda en estos tiempos, no solo para aplaudir, no solo para controlar a un caballo en un galope, sino, tal vez, para aceptar que existe un otro diferente a él, del que necesita y hoy más que nunca(esclarecido en sus errores y solidario en compartir sus aciertos) para "to be one". Solo así se aperturara una posibilidad de una nueva versión de nosotros y de los otros. Por lo menos, en teoría parece rentable esta propuesta. Veremos en los siguientes días si es que hemos logrado transitar a la acción.