Esa tarde soleada de febrero, Tatiana
Susanibar cerró el libro de Shakespeare, y entendió que la mejor decisión era
cortarse diagonalmente su muñeca y esperar que la sangre se expandiera en la
sábana. Los rayos del sol ingresaban cautelosamente por la ventana de su
habitación, y hacían fulgurar esos hermosos y recónditos ojos negros.
Ignacio Bobadilla, en cambio, recordó
los atardeceres en la playa, su cuerpo terso, sus pechos redondos tímidamente escondidos
en el sujetador rojo, rojo intenso como sus mortales labios. Despertó de su
letargo y le arrebató la navaja.
—Lo haré primero —lo afirmó con un
tono seco y rancio.
Ella, anonadada, al escucharlo, asentó
con la cabeza y enmudeció. La brisa hirviendo del verano evaporó cada lágrima
que humedecía aquel rostro lozano y delicado. Atrás quedaron los campos verdes
de la universidad, su vestido de flores, en el cual se confundía con el abrazo
abrasante de Ignacio, y los besos furtivos antes que feneciera la tarde.
—Quizá el amor solo se trate de encontrar a alguien
que te siga por el camino incierto —le dijo mientras lentamente buscaba su mano temblorosa
como señal de aprobación.
Ella soltó su mano, lo abrazó y buscó desesperadamente
aquellos labios carnosos, delirantes del amor. Ignacio Bobadilla empuñó la navaja y realizó una incisión a la vena que sobresalía de su muñeca. La sangre empezó a
fluir. Círculos de sangre se iban expandiendo en la sábana. Los rayos de sol carcomían
las paredes de la habitación desolada. Dejó caer la navaja.
Tatiana Susanibar lo miró imperturbable. Luego se
limpió las gotas de sangre que le habían salpicado al rostro. Se paró y se
dirigió a la única puerta que existía en la habitación. La abrió y descubrió el
fastuoso paisaje que se erigía desde su balcón. La sangre hirviendo empezó a
dibujar surcos en el piso. Cerró la puerta y recordó que la palabra amor se leía en la última línea del libro.
Josué Barrón (PUCP). Escritor, educador y comunicador cultural. Es
colaborador de varios medios informativos locales e internacionales. Ha sido
ganador del Premio de Literatura del gobierno regional de Lima, mención cuento
(2014), y Premio Centenario PUCP, mención poesía (2017).

Buena historia, Josué. Le hubieras puesto continuará...
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ResponderEliminarBonito romance trágico
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