¡Hoy el espacio
muestra todo su esplendor!
sin freno, sin espuelas, sin bridas.
¡Partamos, cabalgando sobre el vino
hacia un cielo mágico y divino!
sin freno, sin espuelas, sin bridas.
¡Partamos, cabalgando sobre el vino
hacia un cielo mágico y divino!
Charles Baudelaire, El vino de los amantes.
Permite que ciego quede ante el resplandor celeste de tu
cuerpo,
Afrodita desatada entre mis brazos.
Tal vez tengamos el tiempo de un suspiro que hurto de tu
boca para amarnos:
recodo laberíntico donde te encuentro para
perderme,
ígnea rosa cuyo ser real jamás conoceré.
Conservemos este instante como un sigilo,
imaginado como un unicornio en nuestro último
sueño
Ardor eterno y breve, escanciado como el clavel entre los
petirrojos.
Jazmín mío,
acúsome de no poder dejarte,
cuando tú siempre me abandonas.
¿Qué será de mi alma sin la refulgencia que nace
de tus pechos?
Unas montañas que desaparecen ante la luz
insomnio que muere ante la flama
el espacio que nos une, el vino que nos desata.
Tormenta de sol como la luz ópalo de tu piel, mi
amada,
que me traspasa, que me desasosiega,
que se apodera de mí
y es el viento que deja sin rumbo a la hierba, que soy
yo, deliciosa sirena,
el resplandor celeste de tu cuerpo es mi única patria.
Héctor Ñaupari, Lima, 1972. Poeta y ensayista. Autor de La boca de la sombra (2020), Malévola tu ausencia (2019), Por esta libertad (2018), entre otras
publicaciones.

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