miércoles, 21 de agosto de 2019

La lectura y el paradigma “Aprender a aprender”


El paradigma de la educación moderna es que el estudiante debe “Aprender a aprender” con la instrucción del docente que deja de ser el protagonista del aprendizaje (como lo era en los modelos pedagógicos anteriores) para convertirse en el facilitador de textos con el fin que el alumno se acerque y desarrolle, en este caso, el hábito por la lectura.

La importancia de la lectura en la formación de una persona es que el sujeto debe convencerse que leer es una de las vías más importantes para asimilar información de su hábitat y su contexto. La lectura nos agudiza los sentidos para estar más atentos, diferenciar información, otorguemos importancia a aquello relevante para nuestra contemporaneidad y ser críticos ante este mal denominado posverdad. Leer desarrolla capacidades que podemos aplicar en materias disimiles como las matemáticas o en nuestra vida diaria: una conversación alturada o comprender las series de imágenes que nos presenta un ordenador o celular. Entonces, ¿por qué no se asume su importancia? Existen varias posibles causas pero solo mencionaré dos que, a mi entender, han sido las más gravitantes. Primero que no tenemos en el país un circuito organizado que esté involucrando a los alumnos, los padres de familia, las instituciones educativas, las editoriales, los escritores y los agentes culturales. Tampoco existe una finalidad que compartamos las instituciones mencionadas para proponer una política adecuada (que debe empezar en nuestra propia familia) para que el niño entienda que el libro es el instrumento que le servirá a “Aprender a aprender” –también quiero incluir el YouTube, como una plataforma que congrega textos instructivos visuales, orales y escritos dinámicos, de vital importancia para la educación de hoy. El segundo punto sería que los peruanos, arquitectónicamente, no construimos nuestras viviendas para dar preponderancia al hábito de la lectura ni la formación estudiantil referida a la investigación. Privilegiamos el espacio central de nuestro hogar para la diversión o la distracción y no un ambiente adecuado para que se estudie, en silencio, y se aliente a la imaginación. Los adultos y las instituciones exigen a los infantes, por medio de evaluaciones de alto rendimiento y el desarrollo de capacidades refinadas, pero poco hacen en organizarse y crear un habitad que estimule y desarrolle este tipo de competencias.

La promoción de la lectura, en la actualidad, tiene un gran desafío que es vencer a la inmediatez, el resumen, la rapidez y el “aburrimiento”. El niño, por su parte, no le recae la responsabilidad que descubra la importancia de su autoinstrucción, de la que hemos mencionado líneas anteriores, sino de las instituciones (que debe partir desde una familia constituida y una institución educativa que genere vínculos educativos) para que asuman el problema, trabajen organizativamente y propongan un plan inmediato para otorgarle la importancia que siempre ha tenido la lectura en la vida histórica del ser humano: otorgarnos imaginación, autoaprendizaje y el goce del descubrimiento.  
                                                                                                     

Josué Barrón egresado de la PUCP. Es escritor, educador y comunicador cultural. Es colaborador de varios medios informativos locales e internacionales. Ha sido ganador del Premio de Literatura del gobierno regional de Lima, mención cuento (2014), y Premio Centenario PUCP, mención poesía (2017).




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